Patio de Monipodio
ECOLO¿QUÉ?
“Ecologistas de Salón” cada vez se
hunde más en sus propias… pisadas. Después de su última “heroicidad”, más bien
parecen “economistas en acción”, pero ¿en qué acción? ¿Acción en beneficio de
qué? ¿A quién sirven? Su obstinada oposición a que Sevilla pueda seguir siendo
puerto de mar, que pueda seguir recibiendo barcos de calado medio y grande,
encontró apoyos. Claro. En los intereses de quienes buscan empobrecer
Andalucía, para disponer de mano de obra barata y cautiva. Es posible que el proyecto
tuviera carencias, pero más cierto es que la posible afección al cultivo
arrocero tenía y tiene remedio, por lo que no justifica en absoluto impedir la
ampliación del Puerto, si no es con el fin de empequeñecerlo y eliminar su
competitividad. El pseudo-ecologismo es menos ecologismo y más de salón,
utilizado para defender intereses que nada tienen que ver con la ecología.
“Ecologistas” debería haber
explicado, al menos, detallada y públicamente su denuncia a la pesca del
cangrejo rojo en la marisma. Siquiera las “razones” con que han convencido al
Tribunal Supremo, para suprimir un medio de trabajo del que depende el setenta
por ciento de los habitantes de Isla Mayor. Y no es que un medio de trabajo sea
suficiente para justificar un posible desastre. Es que el desastre vendrá
ahora, con la prohibición. El cangrejo autóctono, prácticamente ha
desaparecido. Tan sólo reintroduciéndolo en zonas acotadas, especialmente
habilitadas, podría recuperarse. Y el cangrejo rojo, como especie invasora, no
tiene depredador. La prohibición de capturarlo sólo provocará una
superpoblación, gravemente perjudicial para el cultivo del arroz.
Superpoblación únicamente controlable con compuestos químicos, que acabarán con
otras muchas especies, antes que con el propio cangrejo rojo. Muy “ecológico”,
por cierto. “Ecologistas en Acción” se está “cubriendo de gloria”.
La prohibición hace perder doscientos
mil jornales al año. Hace desaparecer cinco empresas, que dan trabajo al
setenta por ciento de la población. Y rompe el equilibrio ecológico mantenido
por las capturas. Que al Tribunal Supremo le importe muy poco el medio de vida
de los isleños, ya es de por sí sobradamente lamentable. Que una organización
llamada “ecologistas” pueda provocar un desastre ecológico y deje sin sustento
a tantas familias, llama poderosamente la atención. “…no existe conexión entre
la comercialización del cangrejo rojo y su interés genético”, dicen los falsos
ecologistas en su denuncia. Entonces ¿podrían explicar dónde está la conexión?
Incluso la Estación Biológica de Doñana se ha manifestado contra la sentencia,
prueba irrefutable del error de los denunciantes y de una decisión que deja muy
dañada a la Justicia, y que, para colmo, se remata con un “no admite recurso”.
Entre tanto, ni “ecologistas” se
molesta en denunciar la continua muerte de linces, ni plantea soluciones para
su conservación, ni el Supremo mueve un dedo para evitarla o, al menos,
minorarla. Pero, claro, la muerte de linces “sólo” daña el ecosistema andaluz y
rompe el ciclo de la vida; pero no compite con ninguna industria exterior. Ni
manda al paro al 70% de una población andaluza.
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