martes, 3 de mayo de 2011

Tres mil cartas - Mercado de la Encarnación

 
Repaso

Ahora que lo de la Encarnación se nos hizo irreversible, cuando de nada puede servir lo que se pueda opinar al respecto, (me gusta, no me gusta) apenas me aparecen ideas para seguir escribiendo sobre esta increíble historia, de la que el futuro tienen derecho a saber.

En esta situación, donde los placeros fueron reubicados en el llamado mercado emblemático, siendo este un lugar hostil por las deficiencias que dividen a los comerciantes, creándoles desigualdades, por cuando existen demasiada diferencia segun la locacion de los puestos, y por aquello de no haber tenido en cuenta en el diseño de estos a los vendedores, y tambien por no realizar previamente un estudio del recorrido comercial del espacio, como método indispensable para que no queden espacios llamados “muertos”, es decir, sin transito de los posibles compradores.

Con seguridad con estas simples medidas todo hubiera sido más comercial, y si las puertas hubieran sido colocadas en lugares estratégicos con las que se facilitarían tanto la circulación interior, como una mejor orientación dentro del laberinto que aquello supone.

Es evidente que por mas que la modernidad no aparezca en semejante estructura y la sostenibilidad solo es algo inexistente, lo del metro y el metro centro son cosas que ya no tienen comentarios, por lo que aparte de pedir el retorno de la Diosa Ceres, para su colocación en la fachada de poniente, parece mas que natural poder exigir una puerta para la travesía central, pues parece que es lo poco que puede lograrse, para que aquello cambie su negatividad comercial y pueda encontrar un equilibrio, ahora inexistente, entre todos los placeros.

Una pequeña medida, cuando se tendrían que tomar mayores decisiones y reformas, si es verdad que se quiere convertir aquello en un lugar de primera magnitud comercial, y no en lo que lleva camino de no cambiar los conceptos, las estrategias y la insolidaridad

Mientras tanto, solo puedo repasar las muchísimas cartas que fueron escritas a lo largo de los once últimos años, lo que hace que su recuerdo me lleve a confirmar que nunca se tuvieron en cuenta cundo de haberse hecho cuantas cosas habrían cambiado, y con toda seguridad a mejor, pues aunque cualquier cosa era mejor que el solar de la vergüenza que allí estaba, no cualquier cosa podía ser el mercado de la Encarnación, y ya ven.

Sevilla a 3 de Mayo de 2011
Francisco Rodríguez Estévez

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