Aparecido hoy en Viva Sevilla
JOSÉ ELÍAS BONELLS - LA TRIBUNA DE VIVA SEVILLA
El árbol es un ser vivo. No podemos tener frente al mismo la
misma actitud que frente a un material inerte. Toda poda ha de considerarse
como una agresión; toda herida ofrece una puerta abierta a las enfermedades,
por la destrucción de su tejido protector.
El árbol ornamental, para su propio desarrollo no necesita
podas. Las podas pueden ser peligrosas. Las únicas podas de mantenimiento
tienen un carácter esencialmente preventivo. Estas aseguran una mejor sanidad
del árbol y alargan su esperanza de vida, eliminando sus ramas muertas, mal
orientadas o los brotes conocidos como chupones, que distorsionan su
estructura.
Es necesaria una toma de decisiones para poner en marcha
nuevas prácticas.
No las confundamos
con las podas de los frutales o forestales, cuyos fines responden a objetivos
particulares de aumento y control de producción a la selección de ramas con
yemas de fruto, o a la poda forestal, dirigida a la obtención de portes altos y
rectos para aumentar su valor maderable; ni siquiera a las vides, que
anualmente se podan para promover nuevas fructificaciones.
Se practica la poda
drástica en nuestros árboles sin razón que la justifique. No basta con
denunciar prácticas inadmisibles. Es necesario hacer conocer, difundir y
enseñar las "técnicas de la buena poda".
La acción deseada es difícil que alcance efectos reales a
corto plazo, pero debemos evitar las "masacres con la motosierra".
Sea cual sea el
movimiento de opinión hacia prácticas correctas de poda, los malos hábitos y
ciertas convicciones erróneas están profundamente arraigados y serán difíciles
de erradicar.
Los árboles dejados crecer libremente toman la forma característica
de su especie o variedad. Regularizar su porte natural debe ser nuestro
objetivo.
El medio urbano, sin embargo, está lejos de ofrecer las
condiciones ideales para su desarrollo. Elegir las especies adecuadas y
plantarlas de acuerdo con el espacio aéreo y subterráneo reservado evitará la
necesidad de actuaciones severas posteriores. Plantaciones próximas a
edificios, farolas, grupos semafóricos, edificios monumentales, vías de
circulación de transportes pesados... serán inconvenientes que hay que prever.
Debemos acabar con la plantación indiscriminada de árboles en
nuestro ambiente urbano. Plantemos miles de árboles sí, pero siempre donde
éstos puedan crecer libremente.
Plantar el árbol correcto en el sitio correcto.
Los árboles que nos benefician, absorbiendo el polvo
contaminante de la atmósfera, que nos alivian de los rigurosos calores del
verano, pagan un fuerte tributo a las construcciones, a la impermeabilización
de los suelos, a las obras que se ejecutan sin control ni sensibilidad en la presencia
de estos seres vivos. Con frecuencia vemos materiales acumulados en sus
troncos, descortezados; desmochadas sus ramas, con raíces mutiladas.
El público ejerce presiones sobre los responsables de la
gestión del patrimonio de árboles plantados en las vías públicas y jardines de
la ciudad como usuarios del espacio y como electores. Presión sobre la poda por
razones de excesiva oscuridad en sus viviendas, de molestias por la caída de
las hojas en otoño, a los insectos en primavera, a la limpieza. Los pájaros
ensucian sus coches aparcados, las raíces levantan pavimentos u obstruyen
alcantarillados... No debemos considerar los árboles como enemigos. Es difícil
con frecuencia distinguir las verdaderas necesidades de los falsos problemas,
pero cuando ha existido una anarquía absoluta en su plantación, estos problemas
existen y son importantes, obligando a eliminar muchos árboles desarrollados,
que con una adecuada plantación se hubiera evitado.
Demos la oportunidad de que cada árbol mantenga su desarrollo
y estructura: el plátano, que sea plátano; el naranjo, que sea naranjo. Demos
al árbol el espacio necesario para su desarrollo. No plantemos si luego no
gestionamos su mantenimiento y conservación o la gestionamos mal.
Por la poda no podemos destruir la estética del árbol ni su
valor patrimonial, ambiental o poético.
El miserable aspecto de los árboles mutilados es triste de
soportar.
Es necesario revisar y evaluar el riesgo de fractura o caída
de ramas: una inspección del arbolado partiendo de la base de que el riesgo
cero no existe.
Seamos sensibles a estos seres vivos y acabemos con la
ignorancia que los maltrata. Ellos son parte muy importante de nuestra calidad
de vida.
Quizás, como expresa el poeta Manuel Benítez Carrasco en su
compendio de versos "Amemos y defendamos la naturaleza" y en el poema
"Dice el árbol", comprendamos nuestra filosofía: “Yo soy tu amigo y
te digo: por favor, no me hagas daño. Mas si es necesario, sea, pero sólo el
necesario”.
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las enfermedades y con ello las pudriciones se producen por podas inadecuadas
Plantar el arbol correcto en el sitio correcto.
ResponderEliminarComo biologo solo puedo decir "amen"
Parques y jardines debería tener expertos en poda y otras tareas de conservación de este patrimonio sevillano. Y una premisa para ello sería el dominio del oficio.Hay mucha gente preparada. Y un error en la poda es comprensible, pero tantos...
ResponderEliminarUn eror en la poda es comprensible, pero tantos...En Parques y Jardines se supone que son expertos y cuidan del Patrimonio natural, pero realmente la ignorancia se muestra palpable tanto en poda como en plantación,
ResponderEliminarSevilla es famosa por su arboleda. Fue de lo primero que llamó mi atención cuando hace treinta años vine a esta preciosa ciudad.
Los ciudadanos debemos implicarnos a través de asociaciones. La sola gestión no es suficiente en este aspecto de nuestra política. Hace falta amor a Sevilla y sus parques y jardines.
!Hola lola!, gracias por participar en el blog, te sugiero vengas a algunas de nuestras reuniones y si te apetece te unes a nosotros, todas las aportaciones e iniciativas son bien venidas, nuestra plataforma es ciudadana y en todo lo que has expuesto tienes toda la razón, esperemos que con el nuevo equipo esto vaya mejoran, !Esperemos!
ResponderEliminarun saludo